sábado, 21 de diciembre de 2013

INTRODUCCION Y OBJETIVO

14.634 días son 40 años, 3 meses y 1 día. Es lo que certifica el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales del Reino de España... que he estado "trabajando" en un banco. Es más que una "cadena perpetua" en la cárcel.

Doce años  y dos meses después de haber acudido un viernes de octubre a mi último día a la sucursal a trabajar, ya mi mente ha tenido tiempo más que suficiente para reflexionar y objetivizar ese largo capítulo de mi vida. Ese día me echaron, aunque en el lenguaje de calle siempre se haya vendido la palabra prejubilación  (admisible) y la mentira de voluntaria (inadmisible).

Desde mi objetividad y mi verdad, voy a escribir mi experiencia, desde dentro, desde las trincheras, día a día... aunque lo capitule por años. Con datos concretos reales. Con mis opiniones, no necesariamente creíbles, que no me creo en la posesión del acierto total... Dios me libre.

Billete de 5 pesetas (anverso y reverso) puesto en circulación en España el 30.08.1936

Comparando la banca con el ejército, sólo fui un soldado raso los ocho primeros años. Después, unos galones, que como mucho me dieron responsabilidades de sargento y que en todo momento  estaba en medio del bocadillo interno (para que me mordieran de arriba y de abajo a la vez).  Y ante los clientes, con el escudo en una mano para la defensa acérrima de mi "marca" y con la espada en la otra para sacarles los "cuartos".

Los bancos nacieron como necesidad (los cambistas  sentados en el suelo con sus mercaderías en un banco de piedra para el intercambio). Los bancos se hicieron demasiado grandes y fuertes (los judios dominando la economía mundial). Los bancos se han hecho ahora tan imprescindibles como peligrosos.

Peligrosos. Por ética y seguridad, que aún me queda prudencia, no escribiré nombres de personas físicas actuales (ni apodos), personas jurídicas actuales (ni marcas comerciales), ni de lugares pequeños donde hasta las ratas se conocen. Y de fotos... las mínimas y que no comprometan.

Día a día, año a año, cuarenta años y pico, una "cadena perpetua" en una cárcel llamada banco, contados desde la piel del que lo ha pasado en la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del XXI.

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