lunes, 10 de febrero de 2014

1976: ABRIENDO UNA SUCURSAL NUEVA

Llegaron  pronto nuevas responsabilidades. Abrir una sucursal nueva, no ya partiendo de cero sino de la cercanía y el arraigo de la capital que estaba al lado, supuso una dificultad añadida que ya previamente conocía, a pesar de mi sorpresiva juventud (27 años) cuando fui nombrado por el Consejo como Gerente (hoy más conocido en el argot bancaro como Director) para la misma.

Si en 1975 y principios de 1976, se me preparó, para abril se me lanzó al ruedo. Las obras fueron lentas, demasiado lentas. En el nuevo pueblo no me conocían, claro. Los casi cuatro meses de espera nos tuvieron a los tres de la plantilla en una situación cuando menos rara. Nos dejaron un hueco en la sucursal del pueblo de al lado, donde tampoco ninguno éramos conocidos. No teníamos horario, ni objetivos, sólo esperar a una apertura que se atrasaba y no nos decían por qué. Algo imaginábamos, pero... ni se nos ocurriera decirlo con palabras. Preparábamos listados y algo de material, yo hacía visitas y "labor comercial" en los bares... Y no podíamos hacer mucho más.

Hoy sería una situación inimaginable. Para mí, ambicioso y hombre de acción, aquella espera fue difícil, casi desesperante. Porque era la inacción. Hubo más problemas. Y, los mayores dentro de la propia casa, claro. Nadie quería ni permitía soltar un cliente. En ese campo, podía haber hasta "cuchilladas". Yo sólo "podía" arrebatar los clientes a la competencia.

El 26 de noviembre se inauguró la sucursal con una nutrida representación de nuestra "marca", Director General del País Vasco incluído, más de cien invitados del pueblo con un gran lunch en el que no se escatimó en nada. Estaban casi todas las "fuerzas vivas"  de nombre, es decir los que parecía que tenían dinero e influencia, pero que en esos "circos" muestran más el gorroneo y se cuelan algunos indeseables. ¡Pero ese día eran mis invitados, meticulasemente estudiados para la ocasión! 

Y al día siguiente abrimos a las 8 de la mañana, tras una limpieza de emergencia de los locales, en donde la "juerga" con los más borrachos se estiró hasta más de medianoche. El horario para el público empezaba a las 9, pero no tunvimos cola. Yo me abrí la primera cuenta. Las máquinas de escribir Olivetti Letter 42 y las sumadoras Addo X eran  nuestros más modernos "ordenadores". Había "Servicios" separados para el director y los empleados y en el despacho tenía un timbre manual de sobremesa para llamarles. ¡Eran las "cosas" de la época!

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